El reportero de ComunicaSul llegó al Astillero Río Santiago, en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, alrededor de las 9 de la mañana del 21 de noviembre, dos días después de Javier Milei haber ganado las elecciones presidenciales en Argentina. Nuestro anfitrión es Diego Seimandi, delegado en la empresa de la poderosa Asociación de Trabajadores del Estado – ATE. La megaempresa metalmecánica resistió dos oleadas neoliberales de privatizaciones y sigue siendo pública gracias a la resistencia de sus trabajadores. Actualmente, se encuentra bajo la administración de la provincia, gobernada por Axel Kicillof, un importante dirigente del peronismo. Fue él quien, cuando era ministro de Economía de Cristina Kirchner, re-estatizó la petrolera YPF y convirtió en una empresa pública la AFJP [Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones], restableciendo y recomponiendo las pensiones públicas.”El Astillero Río Santiago juega un papel importante en el desarrollo tecnológico de Argentina. Después de un tiempo caminando por las 80 hectáreas de uno de los astilleros más grandes de América Latina, (ya fueron 120 ha) nuestro reportero llegó al lugar donde lleva cuatro años listo y estacionado el petrolero Eva Perón: un inmenso y moderno buque de 200 metros de extensión, construido con la más avanzada tecnología, perteneciente a PDVSA – Petróleo de Venezuela S.A., empresa estatal venezolana. El Eva Perón está listo, solo le falta la pintura del casco, realizada antes de la entrega, lo que significa dos meses de trabajo. Su hermano gemelo, Juana Azurduy, ya tiene el casco y la parte estructural terminada, a la espera de piezas y equipos bloqueados. Ambos fueron encomendados en un acuerdo firmado por Hugo Chávez y Néstor Kirchner, en 2005. El Eva Perón ya fue pagado, pero el criminal bloqueo estadounidense impide que sea entregado a sus legítimos dueños. Después de todo, ¿cómo funciona un bloqueo? ¿Cómo un único país que no tiene poderes legales fuera de su territorio lograr interferir profundamente en las finanzas y la política de otro?
Caio Teixeira, desde La Plata, para ComunicaSul – Traducción: Mauricio J. Alvarez
El ejemplo de este barco, que en el momento del acuerdo estaba valorado en 50 millones de dólares (hoy vale mucho más), sirve para demostrar que Estados Unidos utiliza su poder económico como arma para doblegar a los gobiernos de los países donde este imperio tiene un interés patrimonial como el petróleo, el litio, los bancos, las grandes empresas, etc. Si no puede doblegarlos, intenta derribarlos, asfixiándolos económicamente y tratando de hacer insoportable la vida de la población por la carestía de bienes y servicios. Es lo que están haciendo actualmente con Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia y parcialmente con China, aunque estos dos últimos han decidido enfrentarse al imperio y demostrar que existen alternativas a la sumisión.
El bloqueo funciona así: Estados Unidos aprueba medidas internas que prohíben a cualquier país o empresa hacer negocios con el país bloqueado, so pena de ser prohibido negociar con empresas estadounidenses. Prácticamente, todos los países tienen negocios estratégicos con los EE.UU. de los que dependen o de productos elaborados o de tecnologías esenciales para sus industrias, o de las ventas de commodities para ellos. Nadie se atreve a desafiar las amenazas del imperio. De esta forma, el país bloqueado queda comercialmente aislado del resto del mundo con enormes pérdidas. Todo lo que necesiten comprar en el extranjero les costará más, ya que el negocio deberá ser clandestino, como contrabando. A menudo se ven obligados a formar triangulaciones con países y barcos semipiratas que están fuera de las rutas hacia EE.UU., pero que cobran muy caro por el riesgo.
Macri amenazó con entregar el Eva Perón al “autoproclamado presidente” Juan Guaidó
Además, Estados Unidos manipula a gobiernos “amigos” y serviles para que no solo cumplan con el bloqueo, sino que avancen aún más contra los “enemigos”. Diego cuenta que cuando cambió el gobierno y Macri tomó el poder, lo primero que hizo fue enviar al astillero a un interventor, un representante directo del presidente, que les dijo textualmente a los representantes del sindicato: “miren, lo de los contratos con Venezuela, olvídense, esta es una cuestión política. En nuestro gobierno de ninguna manera entregaremos un barco a Venezuela, mucho menos a Maduro, y si nos siguen molestando con esto, lo lanzaremos al mar y se lo entregaremos al ‘autoproclamado’ presidente, Juan Guaidó”.
La organización sindical en Argentina, sin embargo, es una institución muy fuerte y respetada por la clase. Ante esta amenaza, los trabajadores del astillero armaron una estrategia para continuar con los trabajos. Casi todas las piezas importadas para completar el Eva Perón ya habían sido compradas y estaban en la aduana, pero Macri no quería liberarlas. Entonces, cuenta Diego: “hicimos las gestiones para retirarlas y pudimos seguir adelante con lo que fue comprado. Después tuvimos que hacer compras triangulares del resto porque no querían comprar. Decíamos que las piezas eran para otro barco, pero en realidad eran para el Eva Perón y así pudimos seguir adelante con la construcción”.
Choque de conciencia
Para mostrar la fuerza de los sindicatos en Argentina, vamos a contar cómo el dirigente sindical Diego Seimandi despertó su conciencia de clase. Llevaba un año trabajando en el astillero, en uno de esos períodos difíciles, cuando le informaron, junto con otros quince compañeros, todos muy jóvenes y orgullosos de haber encontrado un lugar en una empresa legendaria, que serían despedidos en el nuevo año, porque la empresa no podía pagar sus salarios en ese momento. Un compañero del sector lo convocó a una asamblea del sindicato. Se mostró reacio porque no creía en los sindicatos, pero fue. Discutieron el ajuste anual. En algún momento, el sindicalista especializado en contabilidad presentó los números de la negociación y, al final, agregó una propuesta inusual para los novatos: si todos aceptasen reducir un pequeño porcentaje del ajuste, podrían evitar el despido de los 15 novatos. Una vez sometida a votación la propuesta, fue aprobada por unanimidad y sin discusión por los tres mil trabajadores presentes. En ese momento, mirando todos aquellos brazos alzados, dice Diego: “Sentí una emoción que aún hoy conservo y comprendí la importancia de la unidad de los trabajadores y de nuestra lucha. Nunca más tuve dudas y, años después, terminé siendo electo para la dirección sindical, con mucho orgullo”.
“Le faltó coraje al gobierno de Alberto para entregar el barco”
En 2018, antes de las elecciones presidenciales que eligió al peronista Alberto Fernández, el gobierno de derecha hizo un último intento de cerrar el astillero y generó una gran movilización de trabajadores que salieron a las calles y obtuvieron el apoyo de la población bajo una fortísima represión policial. En ese momento, el gobierno federal y el de la provincia de Buenos Aires estaban unidos contra la empresa estatal y sus trabajadores. ATE lideró una amplia campaña informativa denunciando en los medios de comunicación que ellos habían dicho claramente que el barco no podría ser entregado por el bloqueo que tiene Estados Unidos contra Venezuela. Cuando cambió de gobierno y asumió Axel Kicillof el gobierno de la provincia, “fue posible terminar el barco, pero aunque tuvimos un gobierno peronista con Alberto Fernández, no conseguimos entregar el barco a sus legítimos dueños”, recuerda Diego, para quien “le faltó coraje al gobierno de Alberto, que no quería enojar a Estados Unidos si entregaban el barco”. Según él, estaban buscando formas alternativas de entregarlo, haciendo triangulaciones, es decir, traspasando el barco a otra empresa u otro país que estuviera dispuesto a hacerlo sin temor a que EE.UU. y que ese país terminara poniéndolo en funcionamiento transfiriéndolo después a Venezuela. “Esto ya se hizo aquí con otra embarcación llamada ‘El Ayacucho’, que logró empezar a operar de esta manera. Rusia podría hacerse cargo del barco a través de Gazprom, su petrolera estatal, y luego entregárselo a PDVSA. Estábamos negociando con el gobierno de Fernández en esta dirección, pero unas semanas antes de cerrar el acuerdo, estalló la guerra en Ucrania y Rusia también fue bloqueada por Estados Unidos”.
Mujeres luchadoras latinoamericanas dieron nombre a los barcos
El problema es que todas estas operaciones, incluso si tuvieran éxito, tendrían un valor muy elevado y el barco costaría el doble del precio. Venezuela ya tiene decenas de sanciones económicas y no puede negociar con nadie. Incluso cuando negocian con otros países en una triangulación, estos países quedan prohibidos de negociar con los Estados Unidos. “Todos temen represalias y sanciones económicas que generen subidas de precios en todo y esto nos puede pasar a nosotros”, concluye el dirigente sindical.
El navío está operativo, está aprobado y se puede entregar. Incluso tiene un número de registro internacional.
Los nombres de los dos petroleros fueron acordados entre Hugo Chávez y Néstor Kirchner en homenaje a dos luchadoras de América Latina. Diego cuenta que “decidieron llamarla ‘Eva Perón’ en honor a nuestra compañera y la segunda, que ya está casi lista, es ‘Juana Azurduy’, también en honor a la combatiente que luchó por la independencia de América Latina contra los españoles”.
La construcción del Eva Perón fue interrumpida en numerosas ocasiones. El gobierno de Macri detuvo la construcción del barco. Además, intentó entregárselo al “autoproclamado gobierno” de Juan Guaidó, y también intentó vendérselo a otra persona, un particular. Al final, incluso quería que nuestra petrolera estatal YPF se lo quedara. “Nosotros trabajadores de los astilleros estamos luchando para que este barco llegue a su dueño que es Venezuela, a PDVSA. Por eso ahora sería muy importante para nosotros buscar una solución para que podamos entregar el trabajo y coronar, por así decirlo, la lucha de los trabajadores que siempre hemos defendido la bandera de nuestro país y también del pueblo venezolano, quienes fueron los que en esa época tuvieron la amabilidad de traernos trabajo y empleo”, defiende Diego. En los cuatro años del gobierno anterior, de 2015 a 2019, la construcción estuvo paralizada por una decisión eminentemente política. Como Macri no tenía buenas relaciones con Venezuela y se sumó al bloqueo estadounidense, dijo que ese barco no sería entregado.
Diego explicó a ComunicaSul detalles del bloqueo: “Ahora estamos construyendo el otro barco que es gemelo de este, pero todo lo que necesitamos comprar para seguir construyendo el barco no se puede comprar porque está bloqueado económicamente, o sea, cuando los proveedores descubren que es para la construcción de un barco de un país que está bloqueado como Venezuela, Nicaragua, Cuba, nuestro astillero no puede comprar materiales de otros países porque ellos no los venden. Por lo tanto, nos vemos obligados a detener la construcción porque no podemos comprar insumos. Hay mucha tecnología, equipos que se importan y no se pueden comprar por el bloqueo”.
No solo el país bloqueado sufre prejuicio
Le preguntamos a Diego si no se puede simplemente ignorar el bloqueo y Venezuela tomar su barco y llevárselo. El dirigente gremial explicó que no, porque el registro y la certificación de un barco para navegar se realiza según normas internacionales que exigen un registro inglés y como Venezuela está bloqueada no es posible certificar el barco. Sin esta certificación, el barco no puede entregarse y no puede navegar dentro de la legislación internacional.
El prejuicio a Venezuela es evidente, ya que el país se ve obligado a alquilar otro petrolero o contratar fletes para transportar su petróleo, aumentando enormemente los costos, teniendo un barco nuevo parado, lo que podría ahorrar mucho dinero, pero se lo impiden. Además de esto, el bloqueo estadounidense también trae pérdidas a Argentina. El Eva Perón y el Juana Azurduy fue una negociación de millones de dólares con la opción de construir dos barcos más. Todo esto representaría miles de empleos, ingreso de divisas al país, desarrollo de capacidad científica y tecnológica en el parque industrial argentino y movimiento de la economía.
El Eva Perón está prácticamente pagado. Lo único que falta es la cuota de 4 millones y medio de dólares, lo cual es insignificante porque estamos hablando de un barco que valía más de 50 millones de dólares en el momento en que fue pagado. Diego explica que solo fue posible terminar la construcción con el gobierno de Alberto Fernández, “pero con el cambio del nuevo presidente que tenemos ahora en Argentina, creo que tendremos una continuidad de la política de Macri, alineada con el imperio estadounidense y será muy difícil que este barco salga del país en un gobierno como el de Milei”.
Recuerda, sin embargo, que la geopolítica global está cambiando. Ahora Rusia también está bloqueada y no puede vender petróleo a Europa y Occidente. Entonces, continúa Diego, “Venezuela era horrible, mala, Maduro era un dictador que violaba los derechos humanos, de repente, de un momento a otro, Venezuela es un buen país para venderle petróleo a Estados Unidos. Quizás, a partir de este cambio de postura del gobierno estadounidense, también sea posible de alguna manera liberar el bloqueo del Eva Perón”.
“Acá nadie se rinde”
Por otro lado, con el gobierno ultraliberal de Milei que promete privatizar literalmente todo, los metalúrgicos de Río Santiago enfrentarán otra batalla para evitar la privatización del astillero. Para enfrentar al gobierno federal contarán con el apoyo político del gobernador Axel Kicillof, quien acaba de ser reelegido y defiende el papel del Estado como motor de la economía. En su primer gobierno, la provincia incluso realizó importantes inversiones en actualizaciones tecnológicas para mantener competitiva a la empresa.
Los trabajadores de la estatal están acostumbrados a luchar contra la opresión y defender la empresa, fundada por el propio Juan Domingo Perón y que tuvo el mayor número de trabajadores asesinados por la dictadura militar. Justo a la entrada de las instalaciones hay un monumento construido por ellos en honor a sus 46 compañeros, casi todos sindicalistas, tratados como héroes de la categoría. Fue esta voluntad de lucha la que garantizó la resistencia y su mantenimiento como empresa pública. Durante el transcurso de las luchas, hubo huelgas y ocupaciones de la fábrica, inclusive la retención del interventor, hasta que se firmó un acuerdo con el gobierno de Macri. Ocupaciones que ellos llaman cautelosamente “ocupaciones pacíficas” en los lugares de trabajo y en el Ministerio de Economía. Muchos trabajadores que encontramos allí dijeron que estaban listos y dispuestos a resistir y defender el astillero una vez más si fuese necesario.